10 Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos al
descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a
lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal.
11 Por tanto, conociendo el temor del Señor, tratamos de persuadir a
los hombres, pues ante Dios estamos al descubierto, como espero que ante
vuestras conciencias también estemos al descubierto.
12 No volvemos a recomendarnos ante vosotros; solamente queremos
daros ocasión para gloriaros de nosotros y así tengáis cómo responder a los
que se glorían de lo exterior, y no de lo que está en el corazón.
13 En efecto, si hemos perdido el juicio, ha sido por Dios; y si somos
sensatos, lo es por vosotros.
14 Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió
por todos, todos por tanto murieron.
15 Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino
para aquel que murió y resucitó por ellos.
16 Así que, en adelante, ya no conocemos a nadie según la carne. Y si
conocimos a Cristo según la carne, ya no le conocemos así.
17 Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo
viejo, todo es nuevo.
18 Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y
nos confió el ministerio de la reconciliación.